Inalcanzable queda el aire revuelto e inocente que creabas a partir de mi caos. Cronos lo enterró con polvo y lo lanzó a la fosa común. Sin embargo, cada desconocido me trae una mota, cada (des)abrigo me lleva al eco inaudible, cada horizonte se confunde con tus pasos. Y entonces, nuestro aire vetusto pasea solitario por tu calle, tan cerca paradójicamente. Vuelve a colarse por mi persiana e invade mi casa, sin volverla hogar si no vuelves. Ojalá pudiera creer que la nieve que te envuelve te impide el paso y yo pudiera quemarla. Seguro que te calentaría más que cualesquiera brazos y sus cenizas no nos traicionarían. Aquí, el calor es hipócrita y mis huecos siguen vacíos, sin nuestro aire. Me vuelvo a perder siguiendo tanto camino recto. Mientras, mis huesos pierden volumen, mi materia gris se va atenuando y mis alas se encharcan. ¿Cómo voy a volver a volar sin tu aire?
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