Derribas
los anticiclones de las catástrofes con tu voz, y no eres una
sirena. Dejas
escapar rumores que me balancean; a veces, quejidos de tus entrañas
que se quiebran en mi eco. Y
siempre escuchas, y siempre vienes, siempre danzas, y siempre vives. Te
describes, ganas a mis impulsos irracionales. Te
toco y estallan enfermedades benignas que recorren mi sistema
nervioso. Prefiero
noches en vela sobre el perfume de tu boca. Prefiero la derrota de
mis flores extasiadas a la victoria de mi cuerpo exhausto. Tanto
tiempo para ser uno.
(4/6/2014)
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