Emprendieras un viaje en cohete por todo mi Universo. Recorrieras mi
espalda adornada con estrellas diminutas, como luciérnagas celestes sobre un
fondo espeso de Giotto. Luz azul, tenue, casi apagada, en forma de ortoedro
cuya extensión sea pronunciada venga a señalarnos la senda tras traspasar el
cristal transparente. Montañas me acariciaras con delicadeza y me miraras rogando
permiso. Mirada mía al suelo que no cae, levita. El cosmos regido por el orden
se roza para dar acordes, para acogernos. El agua, tu saliva; el
aire, tu aliento; la tierra, tu tacto; el fuego, tus besos.
(03/04/2012)
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